ANÁLISIS DE ESTRUCTURAS EN OBRA
La concepción y el proyecto de estructuras requieren una visión de su comportamiento
que usualmente se adquiere por experiencia, auque puede acelerarse
cuando se comprenden las bases geométricas de la respuesta estructural. Este
texto trata de presentar conocimientos que, al cabo de los años, he llegado a
considerar básicos para alcanzar dicha comprensión. Presento, por un lado, las
bases y las herramientas de análisis de estructuras susceptibles de empleo generalizado,
aplicadas fundamentalmente a tipos ligados a la edificación.
Por otro lado estudio las generalizaciones que pueden derivarse, empleando dichos
todos, sobre la relación entre el comportamiento estructural y la forma de la
estructura. El presente texto contiene la base de un breve seminario de doctorado
de 10 horas impartido desde el año 2004. Sus pretensiones no alcanzan,
sin embargo, las de ser un texto completo en ningún tipo de recorrido
, sino
más bien una selección personal, a veces de regularidades, en otros casos de
singularidades, de carácter teórico, capaces de guiar el difícil trayecto orientado
a intuir la relación entre forma y comportamiento.
En esta introducción, entendiendo la distancia que media entre concebir y
comprobar las estructuras, se argumenta la necesidad de dominar las técnicas de
análisis en su forma más general como modo de interiorizar el comportamiento
estructural.
En el primer capítulo se revisan los conceptos básicos comunes a los diferentes
métodos de análisis, poniendo de manifiesto sus relaciones.
En los capítulos siguientes se desarrollan con mayor detalle métodos elásticos
y plásticos aplicables a estructuras típicas de edificación, como son las
estructuras de pisos superpuestos, y las de cubierta.
Más adelante se emplean tales métodos para evaluar y estimar el comportamiento
general de los tipos de estructura señalados, en base a sus cualidades
geométricas o de forma.
Finalmente se concluye revelando algunas de las bases formales más generales
que pueden considerarse responsables del buen comportamiento estructural.
Es preciso reconocer aquí el papel fundamental que, para este texto, ha
supuesto la docencia en el Departamento de Estructuras de Edificación de la
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid,
en el que han germinado, de la mano de mis colegas, muchas de las ideas
que aquí se presentan. El rastreo de su origen sería una interesante tarea de
reconocimiento, en buena parte por hacer. Cabe, sin embargo, destacar el papel
básico desempeñado por Ricardo Aroca en el inicio y en la dirección de esta
línea de reflexión a través de su docencia en dicho departamento.
Concebir y comprobar
Los arquitectos tenemos una clara idea de la diferencia existente entre concebir
y validar un concepto. Todo proyecto no consiste más que en un repetido
ciclo concepción–comprobación, ciclo en el que los resultados de la comprobación
aplicada al objeto que se concibe, o bien validan el concepto, ratifican su
actual estado, o bien fuerzan a su corrección más o menos profunda, en un proceso
de progresión en el detalle de lo concebido, y de progresiva adecuación del
objeto imaginado a los requisitos a que debe plegarse el objeto real que prefigura.
Dicho proceso no es lineal, no está asegurado que las bases de partida hayan
de ser inamovibles y, a menudo, deben ser modificadas provocando importantes
alteraciones.
En dicho proceso podría hablarse de potencia y precisión2
como términos que
revelan aspectos de dicha progresión hacia la realización buscada: las decisiones
tienen mayor o menor potencia según supongan un impacto mayor o menor en
la materialización concreta. Decisiones de mucha potencia que se revelan inadecuadas
implicarán correcciones importantes de forma, y es importante asegurar
su justeza lo antes posible en el proceso de proyecto, pues todo el trabajo de
refinamiento desarrollado puede revelarse inútil.
La precisión está ligada al progresivo refinamiento en el concepto, su progresiva
aproximación a la realidad pretendida.
El proceso de proyecto se entiende así como un proceso de concepción—
comprobación, en el que las decisiones se producen en general en el sentido de
las de progresivamente menor potencia, y progresivamente mayor precisión, y
en el que la comprobación, sea sobre la totalidad del objeto, sea sobre partes
o abtracciones del mismo, debe permitir su validación frente a los objetivos o
requisitos a cumplir.
Trasladando tales ideas a las estructuras resulta fácil entender la dialéctica
entre su concepción y su validación. En dicha dialéctica, la fase de concepción
interactúa con el resto de los aspectos arquitectónicos considerados en el proyecto
del objeto que se pretende edificar, siendo los requisitos estructurales sólo
parte de los requisitos generales a que el proyecto responde.
La fase de comprobación, sin embargo, goza de autonomía propia: podemos
asegurar la validez de una estructura sea experimentalmente, sea analíticamente
al margen de otras consideraciones, si bien dicha validez meramente estructural
no asegura la validez del proyecto, la compatibilidad de la estructura con otros
elementos de éste, etc.
Ahora bien, la comprobación estructural exige mucha
precisión en el diseño, mucho detalle en la definición del objeto proyectado. El
caso más extremo lo representa el análisis experimental: es preciso producir un
objeto real completo —o un modelo a escala— para el experimento…
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